jueves, 12 de marzo de 2020

PRIMEROS GOBIERNOS INDEPENDIENTES

GOBIERNO DE VICENTE GUERRERO

GOBIERNO DE ANASTASIO BUSTAMANTE

VALENTÍN GÓMEZ FARÍAS Y LA REFORMA LIBERAL DE 1833

LAS CONSTITUCIÓN DE LAS SIETE LEYES

PÉRDIDA DEL TERRITORIO DE TEXAS

GUERRA CONTRA ESTADOS UNIDOS

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DICTADURA DE SANTA ANNA 1853-1855 (video)

REVOLUCIÓN DE AYUTLA (VIDEO)

REVOLUCIÓN DE AYUTLA Y CONSTITUCIÓN DE 1857

GUERRA DE REFORMA

LA REFORMA Y EL IMPERIO DE MAXIMILIANO (Únicamente hasta el minuto 17)

SEGUNDA INTERVENCIÓN FRANCESA 1/5

SEGUNDA INTERVENCIÓN FRANCESA 2/5

SEGUNDA INTERVENCIÓN FRANCESA 3/5

martes, 14 de enero de 2020

DISCURSO PROFÉTICO DE FRAY SERVANDO TERESA DE MIER




DISCURSO PROFÉTICO DE FRAY SERVANDO TERESA DE MIER



Señor: Antes de comenzar digo: voy a impugnar el artículo 5o. o de república federada en el sentido del 6o. que la propone compuesta de estados soberanos e independientes. Y así es indispensable que me roce con éste; lo que advierto para que no se me llame al orden... Cuando se trata de discutir los asuntos más importantes de la patria, sujetarse nimiamente a ritualidades sería dejar el fin por los medios. Nadie, creo, podrá dudar de mi patriotismo... Otros podrán alegar servicios a la patria iguales a los míos; pero mayores ninguno, a lo menos en su género... Puedo errar en mis opiniones, éste es el patrimonio del hombre; pero se me haría suma injusticia en sospechar de la pureza y rectitud de mis intenciones. ¿Y se podrá dudar de mi republicanismo?.

Permítaseme notar aquí, que aunque algunas provincias se han vanagloriado de habernos obligado a dar este paso y publicar la convocatoria, están engañadas. Apenas derribado el tirano se reinstaló el congreso, cuando yo convoqué a mi casa a una numerosa reunión de diputados, y les propuse que declarando la forma de gobierno republicano... y dejado en torno del gobierno para que lo dirigiese, un senado provisional de la flor de los liberales, los demás nos retirásemos convocando un nuevo congreso... Pero las circunstancias de entonces eran tan críticas para el gobierno, que algunos de sus miembros temblaron de verse privados un momento de las luces, el apoyo y prestigio de la representación nacional. Por este motivo fue como resolvimos trabajar inmediatamente un proyecto de bases constitucionales, el cual diese testimonio a la nación, que si hasta entonces nos habíamos resistido a dar una constitución, aunque Iturbide nos la exigía, fue por no consolidar su trono... Una comisión de mis amigos nombrada por mí, que después ratificó el congreso, trabajó en mi casa dentro de dieciocho días el proyecto de bases que no llegó a discutirse porque las provincias comenzaron a gritar que carecíamos de facultades para constituir a la nación. Dígase lo que se quiera, en aquel proyecto hay mucha sabiduría y sensatez, y ojalá que la nación no lo eche de menos algún día.

"Se nos ha censurado de que proponíamos un gobierno federal en el nombre, y central en la realidad". Por lo que alcanza a comprenderse, la crítica del maestro Tena Ramírez -en el sentido de que el proyecto de Valle, con el pretexto de matizarlo, falseaba el federalismo-, existió también entre algunos miembros de nuestros primeros congresos. Desde luego, se falseaba la teoría federal, que parte de la preexistencia de estados que se unen para formar una federación. Pero lo mismo harían el Acta Constitutiva y la Primera Constitución federal. Lo realmente importante para los constituyentes y para los hombres de las provincias no era la teoría federal, sino la práctica que pretendía imponer el proyecto. Considérese, por ejemplo, lo que establece la base cuarta como facultad del cuerpo ejecutivo federal: "proveer los empleos políticos y de hacienda de cada provincia, á propuesta de los congresos provinciales, y los militares por sí mismo sin consulta ó propuesta".7 ¿Podrían las figurillas locales estar de acuerdo con un federalismo en donde los empleos públicos, tributarios y militares quedaran a la decisión del centro? La respuesta es obvia: no estábamos para federalismos razonables. Había que imitar a las provincias norteamericanas que se habían federado precisamente para resolver el problema fiscal y militar en que se encontraba hundida la antigua "Confederación y Unión perpetua"

Cuál sea la que nosotros convenga hoc opus, hic labor est. Sobre este objeto va a girar mi discurso. La antigua comisión opinaba, y yo creo todavía, que la federación a los principios debe ser muy compacta, por ser así más análoga a nuestra educación y costumbres y más oportuna para la guerra que nos amaga, hasta que pasadas estas circunstancias en que necesitamos mucha unión, y progresando en la carrera de la libertad, podamos, sin peligro, ir soltando las andaderas de nuestra infancia política hasta llegar al colmo de la perfección social, que tanto nos ha arrebatado la atención en los Estados Unidos... no se ha ponderado bastante la inmensa distancia que media entre ellos y nosotros.

Si en todos nuestros pasos nos hemos propuesto por modelo la república feliz de los Estados Unidos del Norte, imitémoslos en la prudencia, con que se ha conducido en posición muy parecida a la nuestra; pero es necesario entender que nosotros necesitamos de mayor esfuerzo para conseguir el mismo objeto: nuestros hábitos, la corrupción que nos dejaron por herencia nuestros anteriores gobiernos, la naturaleza de nuestra organización política, de nuestra legislación, y la gran masa de hombres que hoy no encuentran la precisa subsistencia, por causas que están a la vista de todos, constituyen otras tantas diferencias esenciales, que hacen más peligrosa nuestra situación.

La prudencia -virtud definida como "recta razón en el obrar"- como el arte, no reside simplemente en el entendimiento, sino también en la voluntad, toda vez que lleva consigo "la aplicación a la obra". Es verdad que requiere "la elección de la voluntad", pero antes se da "el consejo del entendimiento", especialmente del entendimiento práctico; por ello, el prudente necesita no sólo conocer los principios universales de la razón, sino también los particulares "en los cuales se da la acción". Su materia son precisamente "los singulares contingentes sobre los cuales se ejercen las operaciones humanas". Si bien ella, como la justicia, "pertenecen tanto a la parte racional, capaz de apreciar lo universal, como a la parte sensitiva lo particular"

¿De quién esperaban prudencia los constituyentes de 1823-1824? ¿No eran ellos los primeros obligados a ser prudentes? Ya se citaba a San Bernardo de Claraval, en el seno de un cónclave medieval: "¿Que el primer candidato es santo? Pues bien, oret pro nobis, que diga algún padrenuestro por nosotros, pobres pecadores. ¿Es docto el segundo? Nos alegramos mucho, doceat nos, que escriba cualquier libro de erudición. ¿Es prudente el tercero? Iste regat nos, que éste nos gobierne y sea designado papa".

Puntualmente esto es lo que nos ha perdido; quisimos aplicar a un niño el vestido hecho para un gigante. Los Estados-Unidos eran un acervo de colonias de diferentes naciones que necesitaban de un punto céntrico de unión, cuando nuestra inmensa república era homogénea y uniforme en usos, costumbres, religión e idioma. Reunir lo dividido, es prudencia; más dividir lo reunido, es necedad. La ley que para un pueblo es un antídoto, para otro es un veneno. Se quiso federación, porque la tenían nuestros vecinos; se obró por un principio funesto de imitación, así como Israel pidió reyes, porque reyes tenían las demás naciones. Los funestos resultados que nos dió la experiencia, hizo que se diese la Constitución de 1836; formose un voluminoso expediente para hacerlo, y Jalisco, que fue el primero en pedir federación, lo fué después para que se proscribiese. Deseábase establecer un equilibrio entre los Estados, y ya vimos que éste faltó, y que Zacatecas sobresalió a esta preponderancia y la de México... Cuando se otorgó a esta petición hecha por un pueblo niño é infante en la política, se temía por momentos una expedición de España, porque el ejército del duque de Angulema había restablecido el absolutismo de Fernando, y este monarca había emprendido la reconquista, solicitando a Iturbide por medio del duque de San Carlos, siendo el agente de esta maniobra D. José Torrente, como con impudencia lo confiesa en la historia de la Revolución de las Américas. Iturbide se mantuvo fiel, y no quiso prestarse a semejante pretensión.

El hilo conductor del proceso de maduración política en Mier estaba íntimamente vinculado con el protagonista de sus alegatos, que pasa de ser, en un primer momento, criollo -o europeo americano- a ser propiamente americano, para de ahí pasar a referirse específicamente al mexicano -o habitante de Anáhuac- y, finalmente, al ciudadano de los distintos estados de la república -oaxaqueño, poblano, michoacano, etcétera

"Aquellos estados forman a la orilla del mar una faja litoral, y cada uno tiene los puertos necesarios a su comercio; entre nosotros sólo en algunas provincias hay algunos puertos o fondeaderos, y la naturaleza misma, por decirlo así, nos ha centralizado". Mier se daba perfecta cuenta de que la patria requería, para poder sostener su enclenque y recién adquirida soberanía, de un gobierno central fuerte (esto, y no la fortaleza de su monarquía, como se ha pretendido, era lo que el padre admiraba en Inglaterra). Para obtener ese gobierno unitario, no duda en recurrir a artificios verbales y hasta a falacias: la naturaleza no centraliza. En todo caso, pudo habernos centralizado la poca atención que dimos a nuestros puertos. Y no es requisito para confederarse, como lo muestra el caso de Suiza, el formar "a la orilla del mar una franja litoral".

En 1823 nos considerábamos omnipotentes, éramos la primera potencia militar del universo, el pueblo más rico, más ilustrado y con más virtudes. Nuestro destino inmediato era la grandeza como no la había tenido nación alguna. Prever hubiera sido degenerar, deshonrarse, abdicar de un poderío indefinido. Pretender que en 1823 tuviésemos temor al poder de los Estados Unidos y que empleásemos una hábil diplomacia para defender nuestro honor y territorio, era como esperar que un archimillonario pasara la noche en vela discurriendo cómo pagaría a su sastre y cómo daría de comer al día siguiente a sus hijos. La megalomanía social en su forma más perniciosa, la megalomanía bélica, nos hizo un gran daño en 1823 impidiéndonos modificar algo ó mucho nuestro lúgubre destino.

Si ya nos lo tiene demostrado la experiencia en Venezuela, en Colombia. Deslumbrados como nuestras provincias con la federación próspera de los Estados Unidos, la imitaron a la letra y se perdieron... Buenos Aires siguió su ejemplo; y mientras estaba envuelto en el torbellino de su alboroto interior, fruto de la federación, el rey de Brasil se apoderó impunemente de la mayor y mejor parte de la república.

Ellos escarmentados, se han centralizado: ¿nosotros nos arrojaremos sin temor al piélago de sus desgracias y los imitaremos en su error en vez de imitarlos en su arrepentimiento? Querer desde el primer ensayo de la libertad remontar hasta la cima de la perfección social es la locura de un niño que intentase hacerse hombre perfecto en un día.

"Yo no sé adular ni temo ofender, porque la culpa no es nuestra sino de los españoles; pero es cierto que en las más de las provincias apenas hay hombres aptos para enviar al congreso general; y quieren tenerlos para congresos provinciales, poderes ejecutivos y judiciales, ayuntamientos, etc." El padre Mier es tajante en sus argumentos antihispanistas. No perdona a la península el haber roto el pacto social que, inspirado en Las Casas, había asegurado la libertad de los habitantes del continente. No perdona tampoco a las cortes gaditanas por haber falseado la representación y haber dejado a las Américas sin la posibilidad efectiva de darse sus propias leyes. No perdona, en suma, el haber condenado a los hispanoamericanos a la perpetua incultura política:
Pero son tas graves los perjuicios que se nos han seguido, y aun se nos pueden seguir en América y en España de no saberse que teníamos una Constitución, aunque no dispuesta por sesiones, como tampoco lo está la de Inglaterra, pero sí existente como la suya en leyes fundamentales.

Los americanos sólo consintieron elegirse en ese corto número bajo protesta de reclamar luego ante las Cortes los derechos de su patria, como lo ejecutaron inmediatamente, exigiendo se declarasen las Américas partes integrantes de la monarquía española y sus habitantes libres, iguales en derechos a los españoles. Pero aun conseguida esta declaración... se negaron los diputados europeos a igualar la representación en las Cortes constituyentes... Esta negativa anuló las cortes de Cádiz respecto de las Américas, aunque yo no niego que fueron muy legítimas respecto de la península